jueves, 17 de julio de 2008

Comer en Polonia

Llego por fin al último post sobre mi viaje a Polonia y lo hago con un tema, al menos para mí, de gran importancia: la gastronomía.

Como le comentaba poco antes del viaje a unos amigos yo cimento mis vacaciones/viajes sobre tres pilares fundamentas: la cultura, el relax y la gastronomía. Dependiendo de la duración del viaje y su destino el porcentaje de cada uno de esos elementos puede variar. Por ejemplo, en el típico viaje turístico a una ciudad/país desconocida se podría considerar que la distribución de porcentajes sería algo así como: Cultura 60%, Gastronomía 25%, relax 15%, En cambio si me voy a casa de mis padres el reparto podría cambiar a: Gastronomía 60%, relax 35%, cultura 5%. En resumen, para mí comer bien es fundamental durante mis vacaciones vaya a donde vaya.

Una vez explicado esto, que a nadie le importa, he de reconocer que en Polonia no se come especialmente bien. No obstante, eso no quiere decir que se coma mal sino simplemente diferente y peor de lo que los españoles acostumbramos. O esa es mi opinión. También es cierto que hablo tan solo por la semana que he estado allí y que, cuando juzgas la desconocida comida de un desconocido país, estás en gran parte en manos de la suerte. Todo depende mucho de que tengas fortuna con el restaurante que termines eligiendo y con el extraño plato que acabes solicitando. No obstante, creo que en torno a una docena de platos en otros tantos restaurantes es una muestra objetiva bastante considerable como para emitir un juicio.

He de reconocer también que en mi caso fui con algunas recomendaciones bajo el brazo gracias a una interesante conversación que tuve con un par de compañeros de trabajo polacos antes de salir para allí. Es por ello que llevaba apuntados los platos más típicos del país y sabía, a grandes rasgos, en qué consistían. De igual manera sabía cómo se escribían en polaco, algo muy útil. No obstante, la mayoría de las cartas de la zona turística estaba traducidas al inglés, así que tampoco es el fin del mundo. En algunos locales, incluso, tienen el detalle de tener una carta traducida al español. Eso sí, el estafador que se dedicó a hacer esas traducciones debía de tener de español lo mismo que el reciente campeón de Europa Marcos Senna, porque algunas traducciones como "pecho de pavo" o "Frutas con crema azotada" (por fruit with whiped cream) no tienen desperdicio.

En fin, que volviendo a la comida decir que el plato oficial de Polonia es la sopa. Tienen cientos de sopas diferentes que básicamente se separan en dos grupos, las sopas a secas y las sopas agrias. A mi lo de tomarme una sopa fermentada hecha con nata agria como que no me atraía demasiado, así que me decidí a probar una sopa de champiñones a secas. ¿El resultado? Dejémoslo en que si la normal sabe así, casi mejor nos olvidamos de la agria.



Lo de los alimentos agrios y fermentados está a la orden del día en Polonia. Y la estrella de estos ingredientes es la col fermentada, más conocida como chucrut. Te la encuentras en muchos platos, como guarnición o parte de la elaboración. Entre ellos el "bigos" que es como un megaguiso de carne con verduras y al parecer es el plato típico del país junto con las sopas. Yo, como decía, no soy amigo de los alimentos en mal estado... digo... fermentados. Así que me ahorré probarlo.

Pero vamos a dejar a un lado las experiencias negativas y ser un poco más optimistas.
Otro de los elementos fundamentales de la cocina Polaca son las salchichas. Tienen decenas de salchichas diferentes y las carnicerías tienen las paredes y los mostradores llenas de ellas. Por supuesto eso sí que lo probé, y además recién hechitas a la parrilla. Si os gustan las salchichas del supermercado (ese recurso patético del vago) no os imagináis qué diferencia.



Sí, es cierto. Que las salchichas sean lo más destacable de tu cocina no dice mucho en tu favor. No obstante también tenían otros buenos platos. La carne también es importante en la dieta polaca. Sobre todo tiran de carne de cerdo y, casi siempre, con salsas (setas, pasas, etc.). Uno de los tipos de carne en cuestión es una especie de lomo de cerdo relleno de ciruelas pasas. Yo, personalmente, lo recomiendo. Además, este gusto por la carne con fruta parece ser relativamente común. Lo dice alguien que también se comió una pechuga de pollo con melocotón.



Otro de los platos típicos del país, que se pueden encontrar en casi cualquier restaurante y que te pueden salvar si eres un poco especialito, son los Pierogi. ¿En qué consisten? Son una especie de ravioli gordos con una pasta un poco diferente y rellenos de distintas cosas. Los más comunes: champiñones y chucrut (puag), queso y patata (los favoritos de alguien que yo me sé), carne (me lo pido), fruta con salsa de yogur (pues sí, qué pasa, yo me los pedí y estaban bien buenos).



Si bien todos estos platos son relativamente discutibles, he de reconocer que con los postres a mi me ganaron fácilmente (claro que eso tampoco tiene mucho mérito). A destacar dos postres en especial: la tarta de queso y la tarta de manzana. Ambos de un estilo muy diferente al que estamos acostumbrados en España.



Y puestos a hablar del dulce, también hay que destacar los helados. Por alguna desconocida razón hay una gran tradición de helados en Polonia (como si no pasaran un frío que te cagas la mitad del año). Las calles están plagadas de heladerías, muchas de ellas con cola, que ofrecen a precios muy recomendables unos helados que vale la pena probar. De hecho, los helados industriales lo tienen tan difícil para competir que recurren a publicidades de lo más sutiles.



Dicho todo esto habrá que acompañar toda esa comida con algo de bebida. Y por mucho que el vodka sea la bebida típica del país, todo indica que lo es de nombre pero la cerveza le tiene ganada la partida. Hay un buen número de marcas de cerveza polaca y yo solo tuve oportunidad de probar un par de ellas, pero no estaban nada mal. Allí todo el mundo come y cena con cervezas y, lo mismo que aquí te pides una caña, allí el tamaño más pequeño es el de 300 cl. Por supuesto, cualquier hombre que se precie, no se rebaja a esas mariconadas y pide por lo menos la de medio litro.



Y una vez analizado a grandes rasgos el panorama gastronómico polaco simplemente añadir tres pinceladas más relacionadas con el tema:

- No sé si es solo en las zonas turísticas de Varsovia y Cracovia, pero el 90% de los restaurantes y bares son realmente bonitos. ¿Sabéis el típico bar que ves en Madrid y Bilbao y dices: joe que chulo? Pues allí cualquiera es así.

- El horario de comidas de los restaurantes es realmente sorprendente. Para quien piense que en España tenemos horarios amplios, que los compare con los suyos. Las cocinas abren entre las 10 y las 11 de la mañana y no cierran hasta las 11 de la noche. ¿Consecuencia? Puedes comer o cenar a cualquier hora del día. A ver si todo va a ser un mito y no somos los mejores de Europa en todo...

- Por último, y probablemente de lo más importante, los precios. Así como otras cosas no están tan baratas comparadas con España, lo de la comida es caso aparte. No voy a analizarlo concienciudamente, así que simplemente daré un ejemplo:
Varsovia (en teoría la ciudad más cara del país), un restaurante (recomendado por las guías de viaje) en la zona más turística de la ciudad. Comer en la terraza un entrante para compartir, dos platos principales, dos postres, una coca-cola, botellín de agua y un café = 70 zloty. ¿Y eso cuanto es? Aproximadamente 20€. Ahí queda eso.

Adiós Polonia. Ha sido un placer conocerte.

1 comentario:

En la nevera dijo...

¿Sabes por qué la moneda polaca se llama igual que el retrasado mental de los Goonies?