miércoles, 23 de julio de 2008

Ricardo H. Añil (2008)

La rutina no es mala. Me gusta la rutina. La rutina es buena. Lo que pasa es que sufre un flagrante caso de mala prensa. Es una de esas palabras que no contienen una maldad o bondad intrínseca pero, nadie sabe porqué ni por quién, al final todo el mundo la teme o la desprecia.

Yo adoro la rutina. No tanto en lo que a la mía se refiere, sino a la ajena, a la que me tiende en bandeja conocer a los demás sin tener que pedirles permiso. La rutina ajena es una fuente de información y recursos interminable. Le permite a uno formar parte de la vida de un extraño.

Por ejemplo sé que los martes y los jueves me tengo que levantar a las 7:45 para ducharme, tomar un café, vestirme y esperar junto a la puerta a las 8:19. Hoy, por ejemplo. Martes. 8:19.

Así me aseguro escuchar los pasos que sobre mi cabeza recorren un pasillo especular al mío hasta detenerse justo en donde yo estoy. Ahí está. Se abre su puerta. Se cierra su puerta. Llaves. Se abre mi puerta. Se cierra mi puerta. Silbidos que llegan por las escaleras. Llamar el ascensor, siempre después. Marcando los tiempos. El haz de luz que sube frente a mí. Puerta. Aseguro que cada uno de mis pelos ocupa su lugar. Puerta. Haz de luz que baja. Puerta.

- Buenos días.

Sonrisa. Carraspeo.

- Buenos días.

Y durante 12 segundos, tres pisos, 9 metros, compartimos un pequeño espacio y respiramos el mismo aire. El mismo aire sale de uno para entrar en el otro.

Sonríe. Siempre sonríe. ¿ME sonríe?

Parada brusca.

Puerta.

8 pasos hasta la salida. Como siempre hay que conseguir darlos más rápido que ella para poder abrirle la puerta. Pero antes ha habido que sostenerle la otra. Y no se puede correr. Sería ridículo, desesperado. Por suerte tiene las piernas pequeñas. Pero eso es bueno. Es decir, todo en ella es pequeño. Pero proporcionado. Bueno, pequeño… normal. No es una enana. Es pequeña, frágil. Es pequeña. Perfecta. Es...

- Gracias. Que tengas un buen día.

Y ya estoy otra vez en la calle a las 8:22 de la mañana sin nada que hacer y ningún sitio a donde ir.

Puerta.

Ascensor.

Todavía puedo respirarla.

Parada brusca.

Llaves y puerta.

Fuera la chaqueta.

Sofá.

2 comentarios:

En la nevera dijo...

Muy bueno tío: "Y ya estoy otra vez en la calle a las 8:22 de la mañana sin nada que hacer y ningún sitio a donde ir". Cómo envidio a ese cabroncete que se queda en el sofá de casa soñando con la rutina del día siguiente.

Supongo que hay rutinas y rutinas...

Un abrazo

Inmaken dijo...

(",)
gracias escritor de mierda anónimo por conseguir q Josu publique algo (2008)....q ilusión! ;P

Gracias a ti tb solete q ya tenía ganas de verte.

mucho ánimo

bsucos gordos